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Considerando las diferencias existentes entre los diversos organismos es posible señalar que, en la actualidad, las corporaciones más interesadas en la problemática educativa son: El Banco Mundial (BM); la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y, a nivel latinoamericano, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Para los profesores, uno de los actores principales del proceso educativo, las escuelas tienen carencias principalmente por la falta de apoyo del gobierno y por equipamiento. Destacan que desde su visión no hay problemas con la calificación del personal docente, y los problemas referidos a la desorganización del personal o a la falta de recursos humanos no son significativos. También la falta de vocación, que aun sin ocupar un lugar de tanto relieve, es pertinente reflexionar sobre cómo se ven los profesores.
En medio de esto, los actores ubican la participación de los padres de familia, lo cual también es una barrera hacia las aulas. En este orden, los actores de la educación consideran como débil la participación de los padres de familia.
La escuela y las fronteras difusas de la comunidad no son espacios de intervención, de exploración, de disección. En la visión tradicional, la escuela es una estructura que influye en la acción de los sujetos participantes y los que les están próximos. No se observa en los estudios socio demográfico, la acción de los sujetos, éstos son ignorados. Esta visión estructural toma distintos tintes en la realidad comunitaria.
La imagen de la escuela como factor de exterioridad que va a influir en la comunidad, por la fuerza y autoridad moral que emanan de la escuela en su aceptación social, lo cual no es suficiente; o bien en una lectura pragmática, que se apoya en el argumento de que se hace lo que se puede. Pensar en la escuela como un compartimento estanco que no tiene relación con su entorno ha producido una lectura reducida del fenómeno pedagógico a lo que acontece, ignorando el proceso pedagógico en una dimensión más amplia, y soslayando que en una comunidad se mueven valores, experiencias, relaciones de fuerza, el sentido común y su nomenclatura dominante frente a concepciones más elaboradas, así como distintas tradiciones. Los atributos de participación que tienen los padres de familia desde la visión de los docentes expresan al mismo tiempo la lectura insuficiente de los profesores sobre la comunidad.
En los profesores recae la responsabilidad del quehacer educativo:
A) La visión dominante en el profesorado de ser el pivote central del proceso. Sin que deje de tener importancia el papel social de primer orden que cumple el profesor, pone en escena una visión tradicional en la que los múltiples polos del escenario educativo son minimizados.
B) En sus prácticas dominantes los padres de familia depositan en los profesores la responsabilidad, producto de la autoridad moral y de la significación de la escuela en la sociedad, de la educación.
El desafío principal del sistema escolar en nuestro país es el logro de una mayor eficiencia interna y externa. La eficiencia interna se refiere a la forma como el sistema procesa sus insumos; la externa, al logro de propósitos y objetivos en relación con otros sistemas y subsistemas de la sociedad.
Este desafío obliga a concebir el sistema en su conjunto distinguiendo los objetivos generales y los específicos, y definiendo las actividades para cada nivel, con sus estructuraciones, modalidades particulares y formas de articulación e integración horizontal y vertical.
Esto significa que las necesidades de diagnóstico y evaluación de las distintas unidades de análisis del sistema escolar tendrán que ir adquiriendo cada vez mayor importancia para hacer de un sistema que operaba con relativa autonomía de la sociedad y del Estado, algo más público y transparente.
Una de las grandes limitaciones que tenemos para que esto se desarrolle ampliamente está centrada en las decisiones políticas de nuestro gobierno ya que es un peligro para el control político del mismo. Un pueblo educado es difícil de gobernar con verdades a medias y exige rendición de cuentas y por supuesto, bajaría mucho el control de los Mass Media.
Cuando logremos que en nuestro país se establezcan los criterios necesarios y las políticas públicas que fomenten el uso de las redes, que sean accesibles a todo ser humano, en cualquier parte de nuestro país, se lograrán establecer los diversos tipos de sociedad mencionada, cambiará el ámbito cultural, productivo y socio político de nuestra nación.
Las grandes naciones se construyen con los valores fundamentales, el esfuerzo, la universalidad, el respeto a los derechos humano básico, a la producción y distribución eficiente alimentaria y, sobre todo, a la generación tecnológica
3.1 EL PSICOLOGO Y SU RESPONSABILIDAD EN EDUCACIÓN
Hernández (2008) menciona que en la actualidad, el papel del psicólogo es muy amplio y su objetivo en la educación es su comprensión y mejoramiento. Así, los psicólogos educativos estudian lo que los maestros enseñan y cómo los alumnos aprenden en el contexto de un currículum particular, en el entorno específico donde se pretende llevar a cabo la formación o la capacitación.
Así mismo, conoce y debe manejar algunos modelos de aprendizaje, tipos de habilidades de enseñanza, técnicas de motivación, estrategias pedagógicas para el manejo del salón de clases, principios y técnicas de modificación de la conducta, así como métodos de evaluación (Hernández, 2008). Por tanto, los psicólogos educativos pueden ayudan a diseñar programas educativos, fortalecer las herramientas de aprendizaje de los alumnos, participar en el diseño de planes y programas de estudio, en la formación docente, y en la calidad educativa, entre otras actividades.
Sobre el papel del psicólogo en la educación
La función del psicólogo educativo abarca no solamente a un individuo, sino a grupos enteros en formación. Tiene que ver con el empleo de las herramientas teórico-metodológico de la psicología para abordar los problemas educativos con la finalidad de comprender y mejorar los procesos educacionales en un sentido amplio y no cerrarlo solamente a los escolares (Guzmán, 2005).
Sin embargo, aun cuando el psicólogo tiene mucho que ofrecer en el campo educativo, su función se ve limitada por el desconocimiento de lo que realiza. En la educación básica sólo sigue realizando actividades para la corrección de problemas académicos o psicológicos de casos individuales, o bien, para impartir pláticas a los padres, aun cuando tiene las herramientas necesarias para realizar diversas tareas, dejando de lado esa riqueza de contenidos, estrategias, planeaciones y diseños que puede ofrecer a los alumnos y maestros (Guzmán, 2005 y Flores-Crespo, 2008).
Sin embargo, el poco apoyo que se le brinda a este servicio por el propio gobierno, ha provocado que la inserción del psicólogo se vea menospreciada y desvalorada, remitiéndolo, en el mejor de los casos, a la impartición de pláticas de orientación a los padres, omitiendo la parte de intervención con los alumnos. Estas políticas, que en otros momentos beneficiaron a los psicólogos, en la actualidad son obstáculos para su crecimiento y formación. Inclusive, obstaculizan las investigaciones que se puedan realizar entre el sistema educativo y la política, tal y como lo menciona Flores-Crespo (2008), remarcando la importancia de un meta-análisis de estas dos áreas de desarrollo.
3.2 LA PSICOLOGÍA Y LA CRISIS PERSONAL DEL PSICÓLOGO
Una crisis personal es un acontecimiento que conduce a cambios importantes en nuestra vida. Cuando atravesamos una crisis personal esto acarrea ciertos conflictos que nos obligan a tomar decisiones que en otras circunstancias es probable que no hubiésemos siquiera valorado.
Nacer, crecer y morir, podríamos decir que la vida se resume en aceptar estos tres grandes hitos. La vida es cíclica, eso significa que los seres humanos pasamos, a lo largo de la vida, por etapas, y en cada etapa de la vida, se dan los ciclos. Por tanto, entre el nacimiento y la muerte, además de crecer, la vida nos da la oportunidad de aprender y madurar con ella. Para ello, y como parte del crecimiento, nos encontramos con las crisis personales.
Si observamos nuestra vida, nos daremos cuenta de las diferentes etapas por las que fuimos pasando, y no me refiero exclusivamente a las etapas evolutivas propias de cada edad. Además de éstas, las etapas las marcan las decisiones de vida que vamos viviendo o las que toman por nosotros. Una etapa la marcará el comienzo de los estudios, la inserción laboral, el cambio de vivienda, comenzar una relación de pareja, el nacimiento de un hijo/a, el fallecimiento de un ser querido, etc. Y dentro de cada etapa, sus ciclos, como las estaciones del año, se van repitiendo. Algunos son ciclos de inmensa felicidad y otros ciclos de aprendizaje, a éstos les llamamos “crisis personales”.
Se suele decir que a cada persona le ocurre en la vida aquello que necesita para crecer.
Las crisis personales marcan el final de una etapa y el comienzo de otra, siempre que seamos conscientes de la profundidad de la crisis y aprendamos con ella.Ser consciente de una crisis significa aceptarla, y procurar extraer el aprendizaje que conlleva. Cuando nos sobreviene una crisis significa que hemos llegado al final de un camino, y que nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, no pueden sobrellevar por más tiempo esta forma de vivir, refiriéndonos a actitudes, pensamientos, creencias y emociones concretas.
Aprender de una crisis personal supone hacer cambios en nuestra vida, en muchas ocasiones a nivel de actitudes, en otras, son más sustanciales y generamos grandes cambios en nuestra forma de vivir. Toda crisis supone un malestar, una insatisfacción, un agotamiento físico y mental, e incluso puede referirse como enfermedad, ya que nuestro cuerpo también nos habla de esta forma. Si no vivimos plenamente y conscientemente la crisis, no aprenderemos de ella ni escucharemos cuál es el cambio que necesitamos hacer. El ser humano tiene la capacidad de “sobrevivir y sobrellevar” las crisis, acumulándolas, sin superarlas, y por tanto, volviendo cíclicamente a aparecer. Aunque cada vez, nos sentiremos más derrotados ante la vida. Así que, conviene aceptar las crisis personales como parte del aprendizaje de la vida, y superarlas, aprendiendo, cambiando y madurando con ellas.
El psicólogo, siendo persona enfrenta todos los días su propia humanidad, puesto que está llamado a la libertad y la conciencia, a su propio estilo de superación personal, y sobretodo a buscar la ayuda necesaria para superar sus limites.
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